jueves, 23 de agosto de 2012


Mira a tu alrededor. Mira al mundo, tu mundo. Ese mundo que te ha hecho caer día tras día, ése que te ha juzgado sin saber quién eras, ése que te ha tirado tierra a los ojos cuando eras poco más que un bebé. Ese mundo que ves es el que tanto daño te ha hecho, por el que ahora no eres capaz de confiar en nadie. Todo lo que te rodea es el culpable de tu falta de autoestima, de tus ganas de llorar. Pero, ¿sabes qué? También es el culpable de que hayas conocido a toda esa gente de la que ahora no puedes prescindir. El culpable de todas esas sonrisas, de las caricias por sorpresa, de los abrazos de tu gente. Mira ahora el mundo y recuerda los paraísos, esas playas en pleno verano, la piscina con tus amigos, las fiestas que no acabaron hasta más tarde de las doce y todas esas cuestiones por las que ahora estás sonriendo. Y dime, ¿no es acaso eso que te hace llorar lo que tanto te hace ser feliz? Eso es el mundo. Tan bipolar como angustioso. Vives aquí, tienes que aceptarlo. Aceptar las lágrimas, las amistades perdidas, los amores soñados, las sonrisas, los desvelos, las ganas de saltar... Todo eso lo causa el mundo, tu mundo. Acuérdate de lo bueno, que lo malo no queda cuando eres viejo.

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