lunes, 6 de mayo de 2013

"Todos tenemos una media naranja. Alguien que está hecho a nuestra medida". Mentira -digo yo. He leído miles de interpretaciones sobre esa teoría, entre ellas las que culpan a los mismísimos dioses de la separación de "nuestra otra mitad". Mentira -repito. No tenemos una media naranja, ni siquiera esa other half, como dicen los británicos. Encontramos personas que nos hacen felices, con las que compartimos gustos y aficiones y a las que queremos de manera incondicional, pero eso no significa que sean nuestra otra mitad. Una media naranja, tal y como lo pone en miles de sitios, es alguien que está hecho a nuestra medida y la persona que nos corresponde, pero yo no estoy de acuerdo. ¿Qué hay de la persona que nos hace odiar la idea de enamorarnos de ella o de él? O ese otro tipo de persona que sabemos que no es para nosotros, que es problemática y muy poco recomendable pero, aún así, no nos la quitamos de mollera. El amor es eso, es error, es discusiones y reconciliaciones, es odio, rabia contenida, explosiones, fuegos artificiales, tormentas de verano, domingos por la mañana, ganas de llorar, de reír, de saltar, de correr; ganas de alguien. Es miedo, angustia, locura, frenesí. Nada de medias naranjas, tan sólo ganas de volverse loco.

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