miércoles, 25 de septiembre de 2013

Es curioso. ¿Quién no ha dicho alguna vez "pero es ella" o "pero es él"?
Ahí está el hecho de la cuestión.
Cada vez estoy más segura de que no nos movemos entre la gente por gustos o afinidades, sino por sensaciones.
Yo puedo odiar el tabaco, pero si alguien que me hace sentir bien fuma ¿a quién cuernos le importa que lo haga?
Todo está bien si se trata de manías o pequeños defectos como dormir con calcetines o beber la leche desde el cartón.
Pero, venga, no puedes decirme que nunca le has perdonado a alguien un asunto que, en cualquier otra situación, hubiese sido imperdonable.
Somos humanos y, así, emotivos.
Pienso que nos movemos por sensaciones porque, no sé, encontrar alguien a quien le guste ver Breaking Bad, escuchar Lana del Rey o leer poesía de Julio Cortázar no es relativamente difícil,
pero encontrar a alguien con quien los silencios sean cómodos ¿qué?
Cuenta la leyenda que un día el ser humano no fue tan estúpido de dejarse vencer por el amor.

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