jueves, 23 de agosto de 2012


Hemos cambiado. Tú, yo, todos. No somos los mismos que hace unos años. Ahora las cosas que de pequeños nos ocultaban son las que más duelen. Ahora no podemos escondernos de la realidad, porque tarde o temprano vendrá a buscarnos. Podemos sonreír y hacerle creer a todo el mundo que estamos bien, que somos felices. Ahora podemos hacer miles de cosas, ¿pero acaso no cambiaríamos todo esto por un poco de inocencia? Yo, sin duda, sí. Antes lo que dolía se encargaban de no decírtelo, lo que sabían que no iba a gustarte ni te lo acercaban. Antes teníamos la protección de alguien, pero a medida que crecemos eso se va, y se va tan rápido que no puedes ni atraparlo. Y con todo eso llegan los cambios. No es malo cambiar, es simplemente distinto. Al fin y al cabo es como una montaña en la que tienes que ir cambiando la modalidad de escalada. Y al principio es fácil subir, pero a medida que llegas a la cima las cosas van cambiando. Cambian como tú y yo lo hacemos ahora. Pero lo peor no es cambiar, no es crecer, no es madurar. Lo peor es llegar a la cima y darte cuenta de que la escalada no ha servido para nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario