jueves, 23 de agosto de 2012

Te creí cuando me dijiste aquel te quiero. Cuando me besaste bajo la luna de aquel abril tan frío. Cuando me llamabas princesa. Cuando me abrazaste en aquel parque cerca del tobogán. Te creí cuando me acariciaste la mano lentamente y me sonreíste de aquella manera. Me creí todo. También me creí aquellos besos bajo la lluvia y cuando bailamos juntos alrededor de la tercera farola de tu calle. Y aquel roce de tu pierna con la mía en ese vagón de tren. Esas sonrisas que aparecían en tu cara cuando te decía que eras lo mejor de mi vida. Fui tan estúpida que me creí tus te amo, me creí todos y cada uno de tus quiero improvisados. Me creí tu sonrisa dentro de nuestro primer beso. Tus sonrisas de niño pequeño mientras entrelazabas tus dedos en mi pelo. Tus post-its con palabras de cariño en mi armario. Y también me creí que era la chica que siempre habías querido ver al desayunar leche con galletas. Pero, ¿sabes? Luego me di cuenta de que no, de que nada era cierto, de que tan sólo era un sueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario