viernes, 15 de febrero de 2013

Él es como despertarse a las siete un sábado y poder dormir un poco más, como los grumos que se quedan en el fondo de la taza del Cola Cao, como tu canción favorita en la radio un domingo por la tarde, como el último trozo de pizza caliente. Siempre me piden que describa el amor, pero me faltan las palabras cuando, ahora, sé que es sinónimo de su nombre. Porque el olor de su chaqueta blanca es mucho mejor que el lado frío de la almohada, que Tomorrowland, que encontrar dinero en el bolsillo trasero de los vaqueros, que, incluso, escuchar a los Beatles en una tarde lluviosa. Y aunque me sienta tonta al querer morir por un mínimo roce, él consigue que quiera hacer de este sitio un mundo mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario