miércoles, 14 de agosto de 2013

Cuando nos conocimos me preguntaste qué tenía yo que no tenían las demás. Clavaste tus pupilas en las mías y esperé una sonrisa que no recibí. Sabía que hablabas en serio.
-Yo no tengo nada bueno -dije.
-Nadie te ha preguntado eso -contestaste.
Entonces entendí cuál debía ser mi respuesta. 

Te conté que soy inmadura e infantil. Que no sé responder a las preguntas ni aprendo de los errores. Que mi cama sigue siendo el hogar de los demonios.
Te conté que soy envidiosa. Que mis pasos se estremecen cuando llegan nuevas huellas. Que el éxito es mi mayor satisfacción y el perder me fracasa. 
Te conté que soy celosa. Que no soporto que lo ganado con esfuerzo y esmero se haga premio de algo incierto y casual.

Dejaste de mirarme antes de girar y dejarme sola en el bar. Entendí que te había dejado marchar.

Lo que no te conté es que tú puedes hacerme alocada, ambiciosa y protectora. Pero eso nunca lo sabrás.

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