Hora de aclarar, cerrar, guardar.
De aprovechar el tiempo para hacer todo aquello que no has hecho durante el año.
Yo me he puesto a escribir; parece que el frío me inspira.
Yo qué sé,
tendría que terminar de aprenderme la receta de las galletas de chocolate,
o acabar el libro aquel de ciencia ficción que comienza a acumular polvo.
"¡Ordena tu habitación de una vez!".
Sí, también podría.
Pero más bien debería acabarnos, o empezarnos.
Sé que no es tiempo de empezar cosas, ni de tan siquiera pensar en puertas cerradas con llave,
pero el caso es que el verano ya ha terminado y ahora solo viene frío, nieve, y viento.
Y las cosas están feas ahí fuera, con toda esa gente con bufandas hasta las orejas
y dos pares de calcetines...
Buf, si es que tengo las manos congeladas de darle a las teclas.
o una tarjeta llena de purpurina que diga "¡Hasta otra!".
Dime si debo empezarte o terminarte,
si debo dejar que pase el frío y vengan las flores para pedirte que vengas conmigo a donde sea.
Dime si es bueno que te invite a casa a comer cordero y marisco mientras escuchamos villancicos
o si debo callarme y escuchar Fix You una y otra vez...
(Pero dejando a un lado lo que debería hacer o no, supongo que me limitaré a pasear por tu casa, a ver las luces que cuelgues en tu ventana y a pensar que, quizás, el año que viene vendrás... Comeré las doce uvas mientras me pego al radiador, queriendo sentir un poco del calor que me diste a comienzos de julio. Recordándote nítido y claro, como esas fotografías que siempre quise hacerte. Vendrán tiempos mejores, quién sabe, quizás peores. Vendrán otros tiempos y, con ellos, quizás vengas también tú).
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