sábado, 20 de junio de 2015

Matar está mal,
pero quizá matar a un asesino es moralmente aceptable.
Hacer daño no es bueno,
pero quizá es justificable si lo hacemos por el bien de alguien.
Ser maleducado está mal visto,
pero se deja pasar cuando se tiene un mal día.

Ya hay más excepciones que confirman la regla que leyes en sí. Tantas grietas no pueden soportar peso durante más tiempo; no hay suficientes tiritas para tantos huecos. Creo que con cada perdón nos rompemos un poco más, con cada "no importa", "no es nada", "esta vez lo dejaré pasar".

Pero cuando sale el sol, se nos ciega la vista. Parece que cada amanecer nos salva de la noche anterior. Quizás acabemos definiéndonos por todas la cosas que perdonamos, o simplemente por las que perdonamos y no debimos dejar en el asiento de atrás.





Perdoné que no me llamaras,
igual que perdonaste que yo no te dejara entrar.
Y, al final, parecía
que estábamos esperando a ver quién 
volvía a empezar. 

4 comentarios:

  1. Cuánta razón tienes. Muchas veces lo que es y lo que debería ser no coinciden; ¿por qué no perdonar esos resbalones los días en los que las aceras están llenas de charcos?
    Y no sé, tal vez volváis a empezar.
    Me quedo :)
    Un besito.

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    1. Muchísimas gracias por la reflexión y por el comentario en general. ¡Un placer que te quedes! Un abrazo.

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