viernes, 21 de septiembre de 2012

No me asusta que llegue el día en que acabe mis estudios y no consiga un trabajo. No me asusta porque estoy segura de que voy a conseguirlo, de que cumpliré mis sueños y podré dedicarme a lo que me gusta. Lo sé, estoy yendo a por ello y voy a conseguirlo. No me da miedo nada de eso, ni siquiera un posible fracaso, sin embargo hay algo que realmente me asusta. Cuando tenga un día de trabajo largo y duro, ¿a quién veré cuando llegue a casa? ¿A quién podré contarle el día tan lleno de malas noticias que he tenido? Quiero girar la llave de la puerta de entrada y que haya alguien dentro esperándome, que haya una persona a la que poder decirle que he tenido un día magnífico en el trabajo, que me han ascendido, que el café de la máquina es horrible o que me he cruzado con una vieja compañera de clase. ¿Habrá entonces alguien o sólo podré sentarme en el sofá a ver la televisión?

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