viernes, 12 de octubre de 2012

En realidad el problema es que se convierta en la primera opción. Eso es lo que me asusta. Me asusta que tenga que ponerlo en la lista de gente a la que no olvidar. Me da miedo que un día me despierte y sea consciente de que podría ser la primera persona de la lista, el número uno de decenas de personas. ¿Y si mañana soy consciente de que podría ser el primero? ¿Y si me despierto y me doy cuenta de que si él no está nada vale? Ése es el problema de los famosos "números uno". Da igual que haya cientos, miles, millones de personas, si el número uno no está, la lista queda anulada. Podríamos conformarnos con un número dos, pero por algo está en la segunda posición ¿no? ¿Quién consigue superar a un número uno? Nadie. No habrá nada que hacer si pasa a ser lo primordial de mi lista. No quiero verme dentro de unos años escribiendo una de esas cartas que diga "Querido número uno, te quise como a nada y eso fui para ti... nada". No quiero. Así que será mejor que se quite esas formas de andar y esa sonrisa, o sino tendré que ponerlo en el número uno de las listas de ventas de todos los tiempos.

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