martes, 13 de noviembre de 2012

"Me besó. Me besó sobre la repisa de mi portal. Bajo ese sucio techo que nos cubría de la lluvia. Me enredó el pelo entre sus dedos, no me dejó respirar, ni siquiera coger aliento. Olía a gasolina hasta que empezó a oler a One Million. Lo agarré tan fuerte de la chaqueta de cuero que temí rasgarla con el corte de mis uñas. Nunca pensé que alguien pudiese cortarme la respiración para hacerme respirar su aliento. No recuerdo cómo subimos los veintisiete escalones, tan sólo que mis labios no se separaron de los suyos. Respiré tanto tiempo el sabor de su boca que creí que ya era el mío. Introduje la llave en la cerradura y fue cuando se echó a reír y nuestros dientes se rozaron por unos segundos. El portazo quedó cortado por el sonido que hacían nuestros cuerpos. Parecía que nunca íbamos a cansarnos el uno del otro. Hicimos el amor al ritmo de Claro de Luna. Las sábanas parecían estar hechas para nosotros. Esa tarde no se puso el sol, parecía el maldito paraíso" -decía ella mientras miraba la foto de un chico- "Pero todo ha acabado, ¿verdad? Ya no está. Sólo me queda el olor que dejó en mis sábanas y los gemidos de placer que parezco escuchar cada vez que suena esa canción... nuestra canción."

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