sábado, 18 de mayo de 2013

-No te entiendo. Lo tenemos todo. Tienes lo que buscabas, lo que nunca tuviste con él. Estamos bien, ¿verdad? Eres feliz conmigo, hacemos cosas juntos y todos los días son buenos. No tenemos discusiones, y con él estabas todo el día en plena guerra. ¿Qué te pasa? ¡Sé sincera por una vez conmigo! Dices que no quieres hacerme daño, pero no soy un puto soldadito de plomo, ¡no voy a romperme en pedazos, por el amor de Dios! 
+El problema es ese, es que somos así todo el tiempo, parecemos una línea recta. Con él... con él eran todo curvas. Te veo pasar y me siento bien, me siento feliz y muy segura, pero el problema es que cuando él pasa me tiemblan las piernas y pierdo el centro de gravedad. La sangre me hierve y el corazón se para y se revoluciona a medidas de tiempo que no soy capaz de entender. Ése es el problema, que él me pone nerviosa y tartamudeo hasta cuando tengo que decirle hola. El problema es...
-¡Sigue, joder!
+¡Que todos sus defectos son mejores que todas tus virtudes! Que tú tienes que besarme para hacerme entender, pero él tan sólo tiene que mirarme de reojo o apenas rozarme. ¿Quieres que sea sincera? Pues en ello estoy. El problema es él y cómo sigue haciéndome sentir.

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