Solía prevenir las cosas.
Pero
llegaste en un día en que no esperaba nada.
Llegaste de repente.
Me recordaste
a un examen sorpresa o a esas bolsas que compras en los kioscos en las que
prometen una calcomanía y no hay nada dentro.
Y por eso odio los días en que me
despierto despistada, sin esperar nada; esos que se convierten en un infierno
cuando recuerdo en qué día viniste, y comienzo a esperar que vuelvas.
«Probablemente estoy pidiendo demasiado; que nunca volverás que nunca me quisiste, se me olvidó otra vez que sólo yo te quise. Por eso aún estoy en el lugar de siempre, en la misma ciudad, y con la misma gente, para que tú al volver no encuentres nada extraño.»
Precioso, es que bueno, siempre es un placer volver a leerte.
ResponderEliminar¡muchísimas gracias! :')
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