jueves, 26 de junio de 2014








Hoy he pensado que quizá nos enamoramos de acuerdo con nuestra personalidad.
Quizá el loco ama así, sin pensarlo, hasta rabiar.
O el rebelde lo hace sin límites ni ataduras. 
Y por eso -quizás, repito- nos da tanto miedo enamorarnos; porque nos odiamos a nosotros mismos, porque no soportamos la idea de amar del mismo modo en que nos miramos al espejo.
Quizá por eso despreciamos el amor, porque solo hace que nos reflejemos nosotros mismos en él.
Y así, del mismo modo, tememos mostrar ese amor, porque expondríamos nuestros mayores defectos en el simple intento de querer a alguien.
Pero a lo mejor me equivoco.
En ese caso, también he pensado que quizá nos enamoramos del modo contrario al que se moldea nuestra personalidad.
Quizá el loco ama con más cabeza que corazón. 
O el rebelde de puntillas.
Y así, por eso, nos da tanto miedo enamorarnos; porque sabemos cómo nos gusta que nos quieran, pero desconocemos el modo en que vamos a querer a alguien. 
Quizá por eso despreciamos el amor, porque nos crea una contradicción de la que somos incapaces de salir ilesos. 
Y del mismo modo tememos mostrar ese amor, porque al león le haría sentir una hormiga y al perro más dócil lo convertiría en el más agresivo de los lobos. 

4 comentarios:

  1. ¡Hola, hola! He hecho un cambio, así que estoy empezando un nuevo blog, he visto que en el anterior te seguía y déjame decirte que no me extraña, me identifico bastante con lo que dices. Así que sin más empiezo a seguirte desde aquí también ya que me gustaría mantenerme al tanto de as cosas que escribes. ¡Sigue así y te espero!
    http://inadaptadareclusion.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar
  2. Es increíble, me has hecho recapacitar el tema, es increíble lo que me has transmitido con tu texto, magia. Un beso, te espero

    ResponderEliminar