lunes, 23 de septiembre de 2013

Han pasado unos meses.
Ahora las noches llegan antes y el sol no pega tan fuerte.
Las calles están más vacías y los árboles más desquebrajados. 
Lo sé, yo también debería haber cambiado.
Pero es que aquel campo de fútbol sigue ahí.
Y aquel muro.
Y aquellas escaleras.
Y creo que yo me quedé por ahí.
Que fallecí y me quedé entre las esquinas de esos sitios.
Que no avanzo, que sigo siendo la misma chica de la trenza y los pantalones cortos.
Es como si nada sanase, como si las heridas de guerra continuasen sangrando. 

Te quise, 
te conseguí
y después de repente parece que tuviste que irte.
Me tomé mi tiempo para olvidarlo todo, 
para dejar que sanasen las marcas que dejaste cuando me miraste.
¿Recuerdas lo que dijiste? ¿Recuerdas que casi sonó como una promesa?
¿Y recuerdas cómo te miré cuando ya te ibas?
Como guardando aquella casi promesa.
Nunca viniste para quedarte, ¿verdad?


Prefiero pensar que has desaparecido,
que te has ido a las Bahamas a pasar un año sabático.
Que no volverás nunca,
que aquel día de verano fue el último para ti y para mí.
Prefiero no aferrarme a la idea de que,
bueno,
ya sabes,
algún día...









2 comentarios:

  1. Pf, venga va. ¿Te dejas de perfección ya, por favor? Madre mía...

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    1. Me alegras la vida con estos comentarios. De verdad, muchísimas gracias, joder.

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